Estación I HISTORIAS SIN SEXO

Primera parada de La Locomotora y que mejor que hablar de sexo. No se ilusionen, no precisamente como se lo imaginan.

Desde la lejana y bohemia Belle Époque de fines de los 1800 hasta hoy, hemos visto innúmeros tipos de personajes en pantalla, los hemos acogido, comprendido, nos identificamos con ellos, hemos decidido odiarlos o amarlos y los incorporamos a nuestra construcción mental de lo normal o natural, correcto o incorrecto. Hemos aprendido de ellos, sus comportamientos y sus anhelos, nos asistieron en la construcción de parámetros para nuestra vida diaria. Desde conceptos como patriotismo, valentía, honor y coraje en las películas bélicas, la creciente admiración por los gangsters luego de la ley seca y de personajes como Tony Camonte, los besos perfectos, las mujeres sexys e ideales, los galanes atractivos de Bailando Bajo La Lluvia o Casablanca, los héroes y antihéroes. Es innegable que el cine nos ha ayudado a construir nociones y criterios de medida, así como lo hacen todos los medios de masas. Lo ha hecho Eisenstein en el cine soviético, lo hizo Buñuel en la vanguardia surrealista, lo hizo Glauber Rocha en Brasil y en Hollywood desde el mismo Édison.

Partiendo de esa base para mí indiscutible, quisiera dedicar el resto de esta parada para hablar de hombres, pero de hombres que pensaron en mujeres. No quisiera entrar en polémica con relación a si es o no misión del cine o de cualquier arte dejar un mensaje, eso dejo a discernimiento de cada uno. Si quiero meterme en las decisiones que toma el cineasta al decidir contar una historia, ya que esa decisión no se limita a esa historia en particular, sino que como dijimos, se expande a la creación de parámetros en la sociedad que la recibe, de cómo pensamos y como somos.

Elegí en esta parada algunos directores que han trabajado historias sobre mujeres en un universo cinematográfico donde la mayoría de los protagonistas son masculinos. Personajes que se alejan de estereotipos ancestrales y que podrían ser hombres, pero que no lo son. Veamos estos casos:

  • Kill Bill (2003-2004) Quentin Tarantino nos cuenta esta historia de venganza, aunque este ejemplo tiene la salvedad de que el mismo título pone al poderoso “Bill” como objeto de la lucha y el camino hacia donde avanza la historia, el hecho de que Uma Thurman lleve el relato del camino del héroe sobre sus espaldas marca la diferencia. Ella va venciendo todo tipo de obstáculos para vengar la muerte de su hija y todo el daño que le fue causado por Bill, esto la aleja de alguna manera de los cánones estipulados para la mujer en la sociedad. O-Ren Ishii (Lucy Liu) es otro punto importante. De ascendencia japonesa – chino americana, no tiene nada del papel sumiso femenino proveniente de esas culturas, y en su Yakuza la acompaña Gogo (Chiaki Kuriyama), tampoco nada propensa al hogar y a la crianza de los hijos.
  • Thelma y Louise (1991) Aunque escrita por la guionista Callie Khouri, la dirección estuvo a cargo de Ridley Scott, cineasta británico que más tarde nos entregaba obras como Gladiador y Hannibal. En esta oportunidad, él se vio seducido por una historia alejada de los clásicos de Hollywood, y que a fines de los 80’ era vista con recelo. La idea de que dos mujeres protagonizaran una road movie con robos y asesinatos, y donde renunciaran tan abiertamente a los papeles estándar de la mujer-esposa, ama de casa o trabajadora laboriosa; no fue bien visto. Scott sin embargo decide co- producirla, pero al no encontrar un director que quisiera tomar las riendas del proyecto decide hacerlo él mismo. Trabaja de cerca con la guionista y nos entrega un producto que podría ser una más de muchas películas de carretera o policiacas si fuera protagonizada por hombres, pero esta vez Thelma y Louise manejan el auto y sus destinos. El director nos regala una fusión de géneros cinematográficos muy bien concertados y una película para hombres y mujeres, pero con mujeres. En 1997 el director vuelve a tomar el desafío de poner a una mujer en el ruedo con I. Jane. con una destacable labor de Demi Moore.
  • El Diablo Viste a la Moda (2006) Basada en el libro de la periodista Lauren Weisberger, el director David Frankel cuya filmografía aun no es tan numerosa, se atreve a llevar a la pantalla personajes obsesionados con el trabajo, el éxito, el poder y la buena vida. ¿Hombres? No. Mujeres. A pesar de ser una película cuyo público fue mayormente femenino por estar inmerso en el mundo de la moda y el glamour, y no ser mucho más profunda que eso, el perfil de los personajes pudo ser incrustado en cualquier universo. Lo destacable es una Meryl Streep fría y absorbida por  valores totalmente diferentes a la mujer común, ¿un personaje demasiado ficticio, irreal? No. Un personaje fuerte y poderoso, dual como lo son los personajes menos simples y estandarizados, e inspirado en personas reales. Una prueba de que hay otros cánones en la vida de las mujeres reales, cánones mejores, peores, distintos; pero otros que no son los tradicionales. Aunque el final de la protagonista interpretada por  Anne Hathaway nos devuelve a un panorama que podría incitar a regresar a los estándares usuales, por lo menos deja claro que siempre existe la otra opción.
  • Érase Una Vez en el Oeste (1968) a pesar de que Sergio Leone expone aquí un ejemplar característico del western, con historias de vengadores y vengados habituales en el género, en esta historia el hilo conductor que alberga la trama es el personaje de  Claudia Cardinale. Ella es prostituta, pero a la vez es viuda, y al heredar el terreno donde pasará el ferrocarril, lleva las riendas en torno a la cual se desenredan todos los conflictos. Al final, héroes, antihéroes y villanos desaparecen, y ella queda sola mirando al futuro que se vislumbra con la próxima llegada del ferrocarril. Ni puta, ni señora, ni tan viuda respetable. Simplemente mujer.
  • La Vida de Adèle (2013) recientemente premiada en Cannes, y escrita, dirigida y producida por Abdellatif Kechiche no podía escapar a la lista. Centrada en la vida de dos mujeres nos muestra modelos nada frecuentes. Por un lado Adele, de una familia tipo de roles convencionales, y cuya crianza y entorno le impide aceptarse; por el otro Emma cuya familia ya escapa al arquetipo clásico, su madre está en pareja y ambos aceptan su homosexualidad. Una historia de amor como cualquier otra, si tan solo reemplazáramos el sexo de Emma. El hecho de que ambas sean mujeres enriquece extraordinariamente la trama, y la cualidad cinematográfica, la visión del director nos hace participes de un trabajo que es como la  vida: a veces bello, a veces retorcido, ora excitante, ora monótono, pero siempre ante esa sensación de estar siendo testigos de una historia completa, audaz y profunda.

Podemos dar muchos otros ejemplos más de películas que han sabido mostrarnos a mujeres distintas, más auténticas, libres y autosuficientes, y muchas de ellas dirigidas por hombres, lo cual nos aleja del criterio de que el cine de mujeres es para mujeres, y que el de los hombres es para todos. Recordemos Bandidas, de los noruegos Roenning y Sandberg donde ambas protagonistas escapan a sus destinos tan diferentes como miserables y toman las riendas de su historia. Algo mas hollywodiano y varonil es Alice en Resident Evil, la heroína que sobrevive al apocalipsis zombie o Selene en Underworld, un cambio radical en el mundo vampírico donde el poder siempre residió en el hombre, y las mujeres estaban solo para la reproducción.

Películas como Blue Valentine y El lado luminoso de la vida, han significado cambios importantes al revelar  historias donde tanto hombres como mujeres tienen el poder de enfrentar sus demonios y definir el devenir de sus vidas. Norma lucha por los derechos laborales en Norma Rae (1978), la Malena de Giuseppe Tornatore enfrenta acoso y rechazo, inspira odio y lujuria, curiosidad y envidia; por el simple hecho de ser bella, una historia que perdería todo sentido si cambiáramos el sexo de su protagonista.

En resumidas cuentas, hoy hemos hablado de hombres que nos han hablado de mujeres. Y no es que las mujeres no hayan hablado magníficamente de ellas mismas y también de los hombres (eso es tema para otra escala), hoy simplemente hemos querido resignificar la presencia de la mujer en el cine. No es necesario que existan directoras que nos hablen de mujeres y  directores que nos hablen de los hombres. No necesitamos un cine para hombres y uno para mujeres, necesitamos un cine que se atreva a mostrar lo que quiere, cineastas que se arriesguen a crear con magia y osadía las historias que se les dé la gana contar, y que se animen a mostrarnos hombres y mujeres reales: los valerosos, los cobardes y los impasibles y aburridos, las mujeres atentas, las cansadas, las normales, no solo las señoras y las putas. Al cine la diversidad que al mundo apremia, y lejos de él los estereotipos que nos limitan.

Personalmente creo que lo mejor que puede pasarle al cine, es que se deje de dividir públicos y universos, no necesitamos ser hombres para sensibilizarnos con El Ladrón de Bicicletas, ni mujeres para hacerlo con Amélie.

Quisiera terminar esta parada haciendo un reconocimiento a las muchas directoras que día tras día tratan de encontrar su igualdad en el mundo del cine. Espero que cada vez más directoras sean vistas al igual que los hombres, lejos de los estereotipos, y más cerca de lo que son: cineastas. Verlas como exitosas en un mundo masculino es también discriminar, es pensar de alguna manera que son “excepcionales” por lograrlo, cuando en realidad deberíamos verlas como creadoras, al igual que a ellos.

En este mes de la mujer, brindo por un cine más amplio, con protagonistas hombres, mujeres y trans, con pantallas hechas por grandes directores y directoras. Menos fragmentado y más repleto de buenas historias. Por películas donde importe todo, menos si él o la que dirigió tenía pene o vagina.

Espero que hayan disfrutado su estadía, nos vemos en la próxima estación.

Un comentario en “Estación I HISTORIAS SIN SEXO

  1. Me encantaron las estaciones, me parece un análisis entretenido e interesante a la vez, súper llevadero y me dejaron mucho que pensar. Lo comparto. Espero más estaciones. Saludos

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